La adicción de los adolescentes a Internet está
considerado un problema nacional de salud en Corea del Sur y China a raíz de
que se produjeran varias muertes en cibercafés. En Occidente "deberíamos
poner nuestras barbas a remojar, explica José Luis Martínez, médico del
Hospital Quirón de Madrid.
Para el jefe del Servicio de Psiquiatría de esta clínica madrileña, hay
tres vías por las que los adolescentes se enganchan a Internet: el juego
on-line, la mensajería y el sexo, que, aunque es más una adicción de adultos,
también presenta un problema de consumo entre los jóvenes.
Hay un perfil determinado para los adolescentes adictos a Internet, se
trata de jóvenes "introvertidos,
tímidos, con un cierto tono vital depresivo y con algunos factores
sociofamiliares peculiares que presentan un perfil de riesgo", señala el
doctor Martínez en declaraciones a EFE.
Lo que les engancha "es una especie de compensación psicológica"
porque "las características de Internet dan una oportunidad a algunos
individuos que tienen justamente problemas en la integración social" y que
fracasan en sus relaciones sociales.
"El estar delante de una pantalla y tener todo el mundo abierto y,
sobre todo, la sensación de impunidad que
muchas veces se tiene en el trabajo con el ordenador, esas características son
susceptibles de enganchar", asegura José Luis Martínez.
JUEGOS ONLINE
Los juegos on-line permiten crear personajes fantásticos con los que se
identifica el jugador y eso provoca que el adolescente "vuelque en esa
imagen toda su fantasía. Ese personaje le permite canalizar y vehicular miedos,
temores, angustias y complejos y eso, libera".
"Hablamos de patología cuando implica un deterioro de las actividades normales de las personas",
pero el juego on-line tiene también "un factor positivo" porque
"permite neutralizar conflictos en otras áreas de la vida".
Sin embargo "si es excesivo y eso implica deterioro en otros niveles,
termina siendo patológico" y hace realidad al "viejo refrán de que el
remedio es peor que la enfermedad".
Como padre o madre hay que estar atento al "elemento cuantitativo, es
decir, al número de horas que ese niño
o adolescente invierte en el juego".
"En algunos países han puesto un número: como máximo tres horas
jugando y ahí está la frontera", como en Corea del Sur o en la República
Popular China, donde se han producido diez muertes de adolescentes que estaban
jugando en cibercafés.
MUERTES POR ADICCIÓN
Estos fallecimientos se debieron a "conflictos cardiovasculares",
potenciados por el consumo de coca-cola y café durante largas horas de juego
"y alguna otra substancia estupefaciente".
También hay que controlar "el hecho cualitativo de que el niño empiece
a dejar amigos, a abandonar las
relaciones sociales y familiares, dentro del ámbito de casa, que es una
microsociedad con diferentes estancias y diferentes habitaciones".
Las alarmas deben saltar cuando "de repente ese niño no sale de su
habitación, no participa en la actividad familiar. No está en el ámbito comunitario
que es el salón, la cocina, se encierra en su casa, no hay comunicación".
"Empieza a abandonar a rechazar invitaciones de vecinos, familiares y
compañeros y deja de ir a clase o se inventa pequeñas historias o síntomas de que se encuentra mal para evitar
el colegio", indica José Luis Martínez.
Posteriormente se presentan "conductas de irritabilidad, alteraciones
del sueño, incluso síntomas somáticos como consecuencia de la adicción".
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