El nivel de forma física de la infancia y adolescencia es un indicador
significativo de la salud cardiovascular, metabólica, ósea y mental presente y
futura. Con el fin de desarrollar protocolos de detección para identificar los
jóvenes que más necesitan mejorar su forma física, los investigadores del
proyecto HELENA han obtenido valores normativos de la forma física de los
adolescentes europeos en relación con la edad y el sexo.
¿Qué es “estar en buena forma física”?
La forma física no es un rasgo individual, sino una combinación de la
capacidad aeróbica, fuerza, velocidad, agilidad, coordinación y flexibilidad
que, en conjunto, determinan la capacidad de una persona de realizar
actividades físicas, incluyendo las actividades de la vida diaria. A nivel
práctico y cotidiano, la forma física permite que una persona se enfrente a
situaciones imprevistas, trabaje con eficiencia, presente menos riesgo de
padecer lesiones y pueda mantenerse activa practicando deportes, haciendo ejercicio
u otras actividades de ocio. Asimismo, se ha demostrado que estar en buena
forma física es un importante marcador de la salud y el bienestar. Los últimos
resultados del estudio HELENA demuestran claramente que esto también ocurre
entre los adolescentes europeos.1-4
Los estándares de forma física de HELENA
Dentro del estudio HELENA, los científicos evaluaron la forma física
muscular y aeróbica, velocidad, agilidad y flexibilidad de casi 3.500
adolescentes de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años en diez ciudades
europeas. Se utilizaron nueve pruebas de forma física comunes y bien
estandarizadas para proporcionar medidas armonizadas de la forma física de los
adolescentes europeos, de acuerdo con la edad y el sexo.5
Estos valores normativos se han preparado de modo que una persona pueda evaluar
su nivel de forma física en una escala del 1 al 10. Desde el punto de vista de
la salud pública, estos valores podrían utilizarse en entornos escolares o
médicos para identificar a los jóvenes que presenten niveles de forma física
muy bajos que puedan requerir un estudio más detallado de posibles
comorbilidades. Por otro lado, la escala de forma física también podría
emplearse para motivar a los jóvenes a desarrollar su nivel de forma física con
el fin de ascender en la escala.
Marcadores de forma física y salud
Los datos recogidos entre más de mil adolescentes participantes en el
estudio HELENA se han analizado recientemente para profundizar en la relación
existente entre los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares y
la forma física.4 Las medidas de gordura corporal como el Índice de
Masa Corporal (IMC), el grosor del pliegue cutáneo y el diámetro de cintura
fueron significativamente inferiores en quienes tenían una buena forma física
aeróbica, en comparación con quienes no estaban en buena forma. Además, también
se comprobó que los factores de riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares, tales como los niveles de colesterol, triglicéridos,
homocisteína y los marcadores de resistencia a la insulina, eran más favorables
en quienes presentaban una forma física aeróbica elevada.
No solo es buena para el corazón
Un estudio reciente sugiere que la forma física aeróbica no solo es
buena para el corazón sino que tiene un efecto positivo en casos de depresión,
ansiedad, de problemas con los estados de humor, la autoestima y parece estar
asociada con un mejor rendimiento académico. Por otro lado, se comprueba que la
forma física muscular, la velocidad y la agilidad tienen un efecto positivo en
la salud del esqueleto, por ejemplo, en una mayor densidad ósea.1
Este estudio y muchos otros demuestran el papel prominente de la actividad
física para mejorar la forma física y el perfil médico de la juventud. Parece
ser que las actividades físicas vigorosas, caracterizadas por una mayor
frecuencia cardíaca y una respiración más profunda o intensa, son especialmente
satisfactorias.
Buenas noticias
Es alentador saber que casi dos tercios de los adolescentes europeos (el
60%) tienen un nivel de forma física aeróbica asociada con un riesgo bajo de
padecer enfermedades cardíacas.5 Es evidente que esto merece
celebrarse y que debemos alentar a estos adolescentes para que sigan así. Por
otra parte, puede que el 40% restante tenga mayor riesgo de padecer
enfermedades cardíacas en el futuro y debemos animar a este grupo de
adolescentes para que mejoren su forma física, lo que contribuirá a potenciar y
proteger su salud ahora y en el futuro.
El futuro
Los datos derivados del estudio HELENA muestran la necesidad de
desarrollar, probar e implementar estrategias de sanidad pública para mejorar
la forma física, especialmente entre los adolescentes con una forma física
aeróbica deficiente.6 La determinación de los valores normativos en
relación con la forma física es un hito importante que facilitará la correcta
interpretación del estado de forma física de los adolescentes europeos y podrá
utilizarse, por ejemplo, para la creación de programas de control y mejora de
la forma física.